Usted me comparte: Me siento una ladrona, por NO haber podido restaurar
mi matrimonio, y ahora tener que criar a mis hijos sin un padre en la casa.
¡Hermana en Cristo!
Que vengan
sobre ti Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro Señor, la gracia,
la misericordia y la paz.
Mientras leo su mensaje viene a mi mente los
dos ladrones de la cruz. Uno vio a Jesús, el otro tomó la decisión de morir
como ladrón se cerró a la posibilidad de ir al cielo. (Lucas 23, 43) -(Marcos
15,32) -(Mateo 27, 42-44) -(Lucas 23, 41-42) -(Juan 8, 44).
No es exactamente la decisión que ha tomado su
esposo? Estos dos ladrones
para mí nos representan a nosotros.
Fijase que oración más sencilla hace, pero lo
llevó a una conversión completa.
Jesús, le dio la promesa al ladrón, y le dijo:
que delante de él tuvo el cambio de corazón. Es lo que hoy lo conocemos como una conversión. Uno creyó en Jesús y fue
rescatado a la vida eterna. El otro rehusó creer
en Jesús el mismo se condenó.
(Marcos 16,16) -(Gálatas 6, 14).
El buen ladrón reconocía en su compañero de
calvario al Hijo de Dios, y le rogó. Acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino
y Jesús le hizo una promesa que no hizo a nadie más, hoy estarás conmigo en el
paraíso. El buen ladrón fue el primero que creyó en Dios de una manera
excepcional. Porque los apóstoles y los que seguían a Jesús, le creyeron por
sus milagros, curaciones y signos, pero, luego lo abandonaron y dejaron solo
hasta la resurrección.
El buen ladrón no vio ningún signo, no vio a
Jesús resucitado. Se encuentra con Jesús en el peor momento de su vida, pero y es
capaz de reconocer en el al Hijo de Dios, por eso los santos no dejamos de dar
alabanza a la fe de este hombre, que es irrepetible. Y es a la fe que Dios la
está llamando hoy.
Desde ese lugar de derrota y muerte que es la
cruz, el ladrón encuentra la mirada de Jesús, que entra en lo más profundo de
su corazón, le revela el amor de Dios y él se aferra a la certeza de qué ese
amor es más grande que todos sus pecados, que todos sus crímenes que todos sus
errores.
Por eso en ladrón es el gran ejemplo espiritual
de qué la conversión es obra gratuita de Dios, es su divina misericordia es su
gracia. Por lo que podemos leer se ve una revelación muy grande de Dios: Dios ha escogido al más perdido, a un ladrón, a un
criminal para revelarnos su bondad.
Este ladrón nos recuerda que cualquier persona
con la peor vida, con los peores pecados, hasta en el último momento de su vida puede
santificarse, porque la santidad no es el fruto de nuestras buenas obras, de nuestros
esfuerzos, no es una construcción humana, sino un don de la misericordia y de
la gracia de Dios.
Jesús hasta el último momento de su vida nos
revela que ha escogido al más perdido, a un ladrón, a un criminal para
revelarle la bondad del Padre. Jesús manifiesta por última vez en su vida
terrenal su predilección hacia los pecadores, incluso hacia el más perdido y
extraviado de todos.
El buen ladrón nos enseña a todo, para creyente,
para los que han fracasado y se encuentran perdidos, para los que sufren el
rechazo de la sociedad o están marcados por el dolor de la cruz, que todos
tenemos acceso al amor y a la misericordia de Dios , para reunirnos en el
cielo.
Usted es una mujer excepcional y así como el
buen ladrón a escogido
desde su cruz seguir a Jesús. Él reconoció
delante de Jesús que era pecador,
qué merecía el castigo.
Conclusión: mi consejo es que no vuelva al pasado, no se robar su imagen de mujer
excepcional delante de Jesús. No vuelva a tomar las redes sociales para pelear, discutir. Ese tipo de exposición son del
ladrón que no creyó en Jesús, que es el Hijo de Dios, que, siendo inocente, lo
acusaban. Es tiempo de silencio tal como
lo hizo Jesús, guardó silencio y lo único que se escuchaba era; Padre
perdónalos porque no saben lo que hacen...Lo ideal sería papa y mama en casa,
pero si esto no sucede de esta manera, Dios siempre esta supliendo, dando sabiduría
y dirección para cuidar y criar a nuestros hijos de acuerdo con su voluntad. Es
doloroso no hacerlo de la manera que Dios lo ha diseñado, es por eso que Dios
odia el divorcio, pues esta es una de las consecuencias. Pero ponga esta carga
en manos de Jesús, para poderla llevar y hacer lo mejor posible con sus hijos.
María Sosa (Ministerio Mujer Levántate)
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