Así mismo,
esposas, sométanse a sus esposos, de modo que si algunos de ellos no creen en
la palabra, puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus
palabras, al observar su conducta íntegra y respetuosa.
Que la belleza de
ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados
ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. 1 Pedro 3:1-3
Volvamos algún tiempo atrás
y meditemos sobre cómo era nuestra vida antes de que Dios colocara luz en ella,
estábamos en el fondo, a duras penas podíamos sobrevivir las noches oscuras, la
conciencia reclamándonos y la carne en plena satisfacción. Hasta que tomamos conciencia de que había un
escape a tal situación, siendo ese escape Jesús que por su Sangre derramada en la cruz
pago el precio de libertad ante toda esclavitud.
Ahora nosotros debemos ser ese escape para otros, pagando el mal con el bien,
actuando con amor, siendo esa paz que los corazones necesitan para tener
tranquilidad ante la guerra del bien y el mal, ya que no fuimos creados para el
mal, el mal entra a nuestras vidas por la falta del bien (Dios) llevándonos así
a una dolorosa esclavitud.
Claramente esto traerá sufrimientos,
sentimientos encontrados, confusión, pero solo Dios Padre podrá sostenernos y
consolarnos. Dios quiere usar nuestras manos, nuestro caminar, nuestras
palabras y corazón para poner una luz en ese túnel oscuro de nuestras parejas.
Cuando estábamos en el
fango por nuestra desobediencia y alejamiento a Dios, y nos encontrábamos con
alguna persona piadosa, amorosa, educada, llena de paz y amor, algo dentro de
nosotros se cuestionaba fuertemente : Que tiene ella/él?. Por qué tanta paz y
confianza?. Porque irradia tanto amor?, este cuestionamiento nos traía intriga
y rabia a la vez, pero logro en nosotros esa activación de la semilla que desde
nuestro nacimiento traemos, esa buena semilla que Dios coloca en nuestro corazón.
Entonces Dios comenzó la buena obra.
Debemos morir a la carne y
dejar que el Espíritu Santo fluya a través de cada uno de nosotros y de un
toque al perdido (esposa/esposo), para resucitarlo de la muerte, para que abra
los ojos y puedan ver el camino de la verdad. Es por eso que la obediencia
puede cambiar el corazón de esposo(a), o de cualquier ser querido. Cuando
obedecemos a Dios morimos a la carne y dejamos que el Espíritu Santo nos guie.
Aunque la palabra con la
que comenzamos este escrito habla sobre “esposas”, el Apóstol Pedro escribe
esto como deberes conyugales, es decir, ambos, pareja, esposo y esposa. Nos enseña
sobre el valor del comportamiento más que las palabras en muchas situaciones,
no porque solo debamos guardar silencio, sino que reconoce que se nos es difícil
hablar o tener palabras edificantes ante situaciones conflictivas. Nuestra
conducta debe ser integra y respetuosa, aunque del otro lado experimentemos un
comportamiento totalmente contrario, esto no nos hará inferiores, si concientizamos
que lo hacemos con una meta celestial, además que evitara que caigamos en el
juego del enemigo que obviamente nos pasara su factura.
La madurez espiritual nos
ayudara con este mandato de Dios, la belleza interna debe ser cultivada y
alimentada a diario, aunque la externa sea en un segundo plano no quiere decir
que no trabajemos en conservarla también, lo que nos dice esta cita es que no
debe ser (porque no resultará) la que se utilice para ganar a un hombre o mujer
que está en ceguera espiritual.
Dios nos enseña tal cual lo
vimos en la palabra de 1 Pedro 3 1-3, pero también nos da el resultado, que no
es más que sus promesas, su premio a nuestra obediencia, esta debe ser nuestro
alimento diario, para recordarnos siempre que Dios está en Control.
Isaías 61 1-4. El espíritu del Señor Omnipotente esta sobre mí, por cuanto me ha
ungido (mi obediencia a Dios nos prepara) para anunciar buenas nuevas a los
pobres (paz, amor, luz a los que están en el fango). Me ha enviado a sanar los
corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los
prisioneros (a través de nuestra esperanza y cambios), a pregonar el año del favor
y el día de la venganza de nuestro Dios, a consolar a todos los que están en
duelo (esa guerra entre el bien y el mal), y a confortar a los dolientes de
Sion. Me ha enviado a darles una corona en vez de cenizas, aceites de alegrías en
vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento. Serán llamados
robles de justicias, plantíos del Señor, para mostrar su gloria. RESCONSTRUIRAN
LAS RUINAS ANTIGUAS, Y RESTAURARAN LOS ESCOMBROS DE ANTANO; REPARARAN LAS
CIUDADES EN RUINAS, Y LOS ESCOMBROS DE MUCHAS GENRACIONES. AMEN
Con amor y oraciones
M.S
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