Cuando un hombre o mujer se decide entrar al ejército de Dios, ellos saben
que están firmando su vida, saben que ya pertenecen a esa orden del
ejército. Él soldado se siente orgulloso de llevar su uniforme, sus insignias
que los identifica de que orden es. Un soldado jamás entra entrenamiento si
primero no conoce el significado y la profundidad de su orden como oficial del
ejército. Él sabe que ese uniforme o armadura han sido de muchos de los que han
dado su vida a su nación por él, que ha traído libertad y bandera de Victoria.
Un buen soldado continuamente practica con su pistola y otras armas. Mantiene
su entrenamiento al día, aprendiendo nuevas técnicas y actualizándose con
estrategias sobre el campo enemigo. Constantemente perfecciona sus habilidades
para estar en óptimas condiciones. No simplemente aprende a cómo disparar el
arma y luego no lo vuelve a usar, hasta que se enfrenta de nuevo al enemigo. Pues
si ese fuera el caso, sería muerto rápidamente en la primera emboscada.
No solo en soldado práctica con sus armas también conoce y estudia
estratégicamente al enemigo, siempre está actualizado, vigente en sus
estrategias. Aprende escuchar la voz las señales de su instructor, sargento.
Desafortunadamente, eso es exactamente lo que les ha estado sucediendo a muchos
cristianos, están siendo muerto o terriblemente heridos en el combate por falta
de preparación. Por lo demás, fortalézcanse en el Señor con su energía y su
fuerza. Lleven con ustedes todas las armas de Dios para puedan
resistir las maniobras del diablo. (Efesios 6, 10-11).
La primera arma del diablo es la decepción. El diablo es el
engañador y padre de toda mentira. (Juan 8, 44). El diablo está afuera para
engañar al mundo. La decepción es el juego del diablo, él es el
engañador.
Tenemos autoridad divina detrás de nosotros, estamos equipados con las armas y
municiones que necesitamos para ir a la batalla, con confianza una de las armas
que tenemos es la palabra de Dios, esta es la verdad que anula los efectos del
arma primaria del diablo, la decepción. Podemos superar los ataques del
enemigo, venciendolo, por medio de la sangre de Jesús, su palabra, y testimonio.
(Apocalipsis 12, 11).
Revistámonos de luz, como un soldado se reviste de su armadura. (Romanos 13,
12).
El Señor se vestirá de su ira, como de una armadura, y se armará de la
creación, para castigar a sus enemigos. (Sabiduría 5, 15-23).
El Señor quedó asombrado al ver que nadie ponía remedio a
esto; entonces actuó con su propio poder, y él mismo obtuvo la victoria. (Isaías
59, 16-17).
Dios siempre está armado para el combate contra el enemigo. Y es Dios quien
proporciona las armas al cristiano.
Nosotros necesitamos recordar que Jesucristo murió en la cruz y venció el
diablo, perdió la guerra y Jesucristo pagó el precio al derramar su Sangre en
el Calvario, que tú y yo no olvidemos que el diablo tiene que huir en el nombre
de Jesús, que tú y yo no seamos engañados, pero sí que conozcamos que el poder
de Dios es grande. (1 Juan 4, 4)). Y estas señales acompañarán a los que creen:
en mi Nombre expulsarán demonios. (Marcos 16, 17).
Hay que revestirse, como elegidos de Dios. El mismo Espíritu Santo te ha reclutado,
te ha tocado eres su templo, fue enviado a ti esa promesa por medio de Dios.
Dios ha llenado con su amor tú corazón por medio del Espíritu Santo que te ha
dado. Como elegidos de Dios, santos y llenos de misericordia, que son nuevas
cada día, nos equipó como soldados, llenos de bondad, humildad, mansedumbre,
paciencia para soportarnos uno a otros, llenos de amor y perdón. Y por encima
de todo estar revestido del amor de Dios, es un uniforme perfecto, es el
chaleco antibalas. El amor es el arma más poderosa que tiene un soldado de
Cristo. Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo
aquel que cree en él no muera, sino que tengo vida eterna. (Colosenses 3, 12-15)
-(Juan 3, 16) -(1 Corintios 3, 16) -(1 Corintios 13, 13) -(1 Pedro 2, 9) -(1
Pedro 4, 8).
María Sosa (Ministerio Mujer Levántate).
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