Monday, July 6, 2020

En el corazón se refleja la persona.

En el agua se refleja el rostro, y en el corazón se refleja la persona. (Proverbios 20,19)

Dentro de mi crecimiento espiritual y personal, aprendí con mucha disciplina, a responder ante ciertas situaciones con la siguiente frase: Mejor no lo hago (hablar, pensar u actuar) tal cosa…para no ensuciarme el corazón. Si les soy sincera, no todo el tiempo lo logro, pero si Gracias a Dios mucho más frecuente que antes.

Ya habíamos escrito sobre cómo los pensamientos, llegan al corazón, se siembran y luego nos hacen actuar. Por eso la importancia de mantener sometidos nuestros pensamientos a Cristo Jesús.

Todos tenemos pensamientos de rabia, de venganza, todos tenemos pensamientos que nos provocan un sentir y hasta reaccionar de manera equivocada, y esto trae como consecuencia situaciones negativas a nuestras vidas; además de un estancamiento en nuestra vida espiritual. Esto es normal, vivimos en un mundo caído. El dolor causado por una ofensa puede provocar terribles pensamientos en nosotros, pero es allí donde el enemigo se enfoca para hacernos caer y destruir.

La única manera de evitar que estas situaciones avancen y logremos ser aprobados, será con la disposición de dejar entrar a Jesús en nuestro corazón, a través de la oración, de conocerlo, de instruirnos, de tener un deseo total a querer ser libres y sanos. A medida que nuestros pensamientos son sanos, lo que en nuestro corazón se conserva son buenos sentimientos, buenas obras, paz, confianza, etc… en definitiva seremos mejores personas y actuaremos de una manera totalmente diferente.

No es fácil tratar con educación, amor y respeto a personas que están causandonos algún daño, pero en la medida que entendamos que somos responsables de nuestras palabras y actos, y que no somos responsable de los actos de otros, comenzaremos a entender que el cambio debe ocurrir en nosotros y por nuestro bien. Toda buena semilla traerá frutos en su tiempo, si sembramos amor, respeto, educación entonces eso cosecharemos en el tiempo perfecto de Dios. Nuestro vivir será el espejo para que otros también puedan verse, para que otros se animen a ser sanos, sabio y mejores hijos de Dios. Pues todo aquello que viene de Dios, traerá paz, abundancia, amor, reconciliación, sabiduría entre miles de cosas positivas a nuestras vidas. Cuando el Señor aprueba la conducta de un hombre, hasta con sus enemigos lo reconcilia (Proverbios 16,7)

En lo personal me ha funcionado, recordarme no ensuciarme el corazón, me ha evitado decir palabras hiriente y ofensivas a otros en determinado momento. Me ha evitado entrar en contiendas, me ha evitado una amargura y más desilusión a mi vida.

Así es pues, te invito a formar parte del Cambio, te invito a lograr tener controlada tu lengua, tus pensamientos y tus actos. Te invito a ser ejemplo para que otros abran sus corazones al cambio. Una buena charla y predicación toca vidas, pero tenemos una arma silenciosa y eficaz para también dejar que la obra de Dios llegue a otros, esta es: Nuestro comportamiento.

Si en nuestro corazón no dejamos que la suciedad entre, nuestro comportamiento será tal cual Dios desea que se haga en nosotros. Cuando Jesús comenzó su Ministerio de predicación, su comportamiento y sabia palabra eran lo que atraía aquellos que deseaban un cambio en sus vidas. Reflejar amor, amabilidad, alegría, seguridad, paz, perdón … hizo el verdadero cambio en esas personas. Pues no solo eran sus sabias palabras, sino que también su comportamiento eran acuerdo a lo que predicaba, esto hacía que las personas sintieran una sed por ese cambio.

Muchas veces tenemos situaciones de discordia en nuestros hogares, tal vez con nuestros hijos o con nuestra pareja. El ambiente puede convertirse en hostil y un verdadero campo de batalla. Como seres imperfectos será normal sentirnos, ofendidos, sentirnos tristes, abatidos e incluso colaboradores en mantener esta hostilidad en nuestros hogares. Pero debemos detenernos, decirnos: NO PERMITIRÉ QUE LA BASURA LLEGUE A MI CORAZÓN. Comenzar por palabras amables, gestos de amor y respeto, silencios ante discusiones, pedir perdón, escuchar la angustia de otros entre miles de cosas que Jesús puede enseñarnos hacer para lograr el cambio en esa situación. Panal de miel son las palabras amables: endulzan la vida y dan salud al cuerpo. (Proverbios 16,24). La constancia de estas pequeñas acciones de parte nuestra traerá el cambio a nuestros hogares; y a medida que obtenemos la Victoria será más fácil hacerlo en cualquier otra situación que tengamos que enfrentar.

Muchas veces lo importante no es argumentar, si no escuchar. Muchas veces lo importante no es tener la razón, si no que llegue la paz.

Demos pequeños pasos, oremos para que Dios ponga su mano en nuestros corazones, muchas veces pedimos ardientemente por la Paz en nuestro entorno, pero nosotros somos portadores de guerra. Entonces seamos conscientes que nuestros actos o palabras pueden apagar un incendio o darle la chispa para que se propague, acabado con todo.

Saludos y bendiciones 

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