En el agua se refleja el rostro, y en el corazón se refleja la persona. (Proverbios 20,19)
Dentro de mi crecimiento espiritual y personal, aprendí con
mucha disciplina, a responder ante ciertas situaciones con la siguiente
frase: Mejor no lo hago (hablar, pensar u actuar) tal cosa…para no ensuciarme
el corazón. Si les soy sincera, no todo el tiempo lo logro, pero si Gracias
a Dios mucho más frecuente que antes.
Ya habíamos escrito sobre cómo los pensamientos, llegan al corazón,
se siembran y luego nos hacen actuar. Por eso la importancia de mantener
sometidos nuestros pensamientos a Cristo Jesús.
Todos tenemos pensamientos de rabia, de venganza, todos
tenemos pensamientos que nos provocan un sentir y hasta reaccionar de manera
equivocada, y esto trae como consecuencia situaciones negativas a nuestras vidas;
además de un estancamiento en nuestra vida espiritual. Esto es normal, vivimos
en un mundo caído. El dolor causado por una ofensa puede provocar terribles
pensamientos en nosotros, pero es allí donde el enemigo se enfoca para hacernos
caer y destruir.
La única manera de evitar que estas situaciones avancen y
logremos ser aprobados, será con la disposición de dejar entrar a Jesús en
nuestro corazón, a través de la oración, de conocerlo, de instruirnos, de tener
un deseo total a querer ser libres y sanos. A medida que nuestros pensamientos
son sanos, lo que en nuestro corazón se conserva son buenos sentimientos,
buenas obras, paz, confianza, etc… en definitiva seremos mejores personas y
actuaremos de una manera totalmente diferente.
No es fácil tratar con educación, amor y respeto a personas
que están causandonos algún daño, pero en la medida que entendamos que somos responsables
de nuestras palabras y actos, y que no somos responsable de los actos de otros,
comenzaremos a entender que el cambio debe ocurrir en nosotros y por nuestro
bien. Toda buena semilla traerá frutos en su tiempo, si sembramos amor,
respeto, educación entonces eso cosecharemos en el tiempo perfecto de Dios.
Nuestro vivir será el espejo para que otros también puedan verse, para que
otros se animen a ser sanos, sabio y mejores hijos de Dios. Pues todo aquello que
viene de Dios, traerá paz, abundancia, amor, reconciliación, sabiduría entre
miles de cosas positivas a nuestras vidas. Cuando el Señor aprueba la
conducta de un hombre, hasta con sus enemigos lo reconcilia (Proverbios
16,7)
En lo personal me ha funcionado, recordarme no ensuciarme el
corazón, me ha evitado decir palabras hiriente y ofensivas a otros en
determinado momento. Me ha evitado entrar en contiendas, me ha evitado una
amargura y más desilusión a mi vida.
Así es pues, te invito a formar parte del Cambio, te invito
a lograr tener controlada tu lengua, tus pensamientos y tus actos. Te invito a
ser ejemplo para que otros abran sus corazones al cambio. Una buena charla y predicación
toca vidas, pero tenemos una arma silenciosa y eficaz para también dejar que la
obra de Dios llegue a otros, esta es: Nuestro comportamiento.
Si en nuestro corazón no dejamos que la suciedad entre,
nuestro comportamiento será tal cual Dios desea que se haga en nosotros. Cuando
Jesús comenzó su Ministerio de predicación, su comportamiento y sabia palabra eran
lo que atraía aquellos que deseaban un cambio en sus vidas. Reflejar amor,
amabilidad, alegría, seguridad, paz, perdón … hizo el verdadero cambio en esas
personas. Pues no solo eran sus sabias palabras, sino que también su
comportamiento eran acuerdo a lo que predicaba, esto hacía que las personas
sintieran una sed por ese cambio.
Muchas veces tenemos situaciones de discordia en nuestros
hogares, tal vez con nuestros hijos o con nuestra pareja. El ambiente puede
convertirse en hostil y un verdadero campo de batalla. Como seres imperfectos será
normal sentirnos, ofendidos, sentirnos tristes, abatidos e incluso colaboradores
en mantener esta hostilidad en nuestros hogares. Pero debemos detenernos, decirnos:
NO PERMITIRÉ QUE LA BASURA LLEGUE A MI CORAZÓN. Comenzar por palabras amables,
gestos de amor y respeto, silencios ante discusiones, pedir perdón, escuchar la
angustia de otros entre miles de cosas que Jesús puede enseñarnos hacer para
lograr el cambio en esa situación. Panal de miel son las palabras amables:
endulzan la vida y dan salud al cuerpo. (Proverbios 16,24). La constancia
de estas pequeñas acciones de parte nuestra traerá el cambio a nuestros
hogares; y a medida que obtenemos la Victoria será más fácil hacerlo en
cualquier otra situación que tengamos que enfrentar.
Muchas veces lo importante no es argumentar, si no
escuchar. Muchas veces lo importante no es tener la razón, si no que llegue la
paz.
Demos pequeños pasos, oremos para que Dios ponga su mano
en nuestros corazones, muchas veces pedimos ardientemente por la Paz en nuestro
entorno, pero nosotros somos portadores de guerra. Entonces seamos conscientes que
nuestros actos o palabras pueden apagar un incendio o darle la chispa para que
se propague, acabado con todo.
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