El ciego de Jericó (Marcos 10, 46-52).
¿Qué quieres que haga por ti? El respondió: Maestro, que
vea. Al instante pudo ver y siguió a Jesús por el camino.
Me impresiona cuando leo esta historia: Jesús le
dijo: puedes irte, tu fe te ha salvado. Fíjense que no dice, te ha sanado. La
fe del ciego Bartimeo es la que en un instante le devuelve la vista.
Hay tres cosas que podemos notar en la actitud de este
hombre.
1-Grita, el nombre que identificaría a Jesús,
como el Mesías. Lo llama, Hijo de David. Los israelitas sabían que el Mesías
iba a ser el Hijo de Dios por medio de David, fue una promesa dada por Dios
(Yahvé de los ejércitos) a ellos. Y Isaías 53, lo describe lleno de
compasión por su pueblo, él sanaría toda dolencia.
2- Dejó el manto, que lo identifica como mendigo y se
levanta. A los mendigos sus familiares los dejaban es ese lugar,
a la orilla del camino y al final del día los recogían, permanecían sentados
en el mismo lugar y la gente pasaba y les tiraba limosnas. (Estoy más que
segura que alguno de nosotros a visto esté tipo de mendigo aquí o en su país).
3-Jesús le dijo: Vete. Sin embargo, aquel que
estaba sentado en el camino tirado como mendigo tomó la decisión de
seguirlo por el camino.
El ciego comprendió que no podía dejar pasar esa
oportunidad. Que Dios es quien nos mueve a pedir a buscar a su Hijo. Él
grita con fuerza: Hijo de David (era uno de los títulos que identificaba
al Mesías). ¡Jesús, Hijo de David, ¡ten compasión de mí!
¿Qué pasó con este ciego que lo hizo gritar?
Él se rindió a Dios y eso hizo que su fe fuera activada. Al
ciego se le fue revelada la Palabra, porque como buen Judío él conocía la
Palabra y las promesas de Yahvé (Juan 1) -(Isaías 7, 13-14).
El milagro del ciego no fue un milagro por lástima.
Dios No hace milagros por lástima. Dios hace milagros por la
activación de nuestra fe, por medio de su Palabra. ¿Quién es la Palabra? Hechos
3...Pedro le dijo: No tengo oro ni plata, pero te doy lo que tengo: En el
nombre del Mesías Jesús. El ciego reconoció al Mesías y
recibió su sanación instantánea.
Hay personas que se acercan a la oración y
todo lo que sale de su boca es pobrecito, el pobre, en una actitud
de queja. ¿Qué pasa? No hay fe, lo que hay es un espíritu de lástima, ya sea
por la persona que pide oración o para su propia persona. Y Dios no se mueve
por el espíritu de lástima, sino por fe. Dios nos invita siempre a cambiar nuestra
lástima por una confianza en él, plena y eso trae el milagro que
necesitas.
El capítulo de Hebreos 11... Nos recuerda a los héroes
de la Fe. Nos enseña lo que es una fe activada. Cuando la fe se activa en ti, hace
que el más cobarde sea el más valiente. Caminar en fe es cuando tú te
levantas y tiras ese manto, que te identificaba como mendigo. Es el espíritu de
lástima que te ata, hay que dejar esa vieja vida que solo es amargura y sufrimiento.
El que decide tomar la oportunidad de caminar en fe
como el ciego, se le abre los ojos del entendimiento. La luz de Cristo es la
que ilumina tu caminar.
Jesús no tiene que pasar todos los días y
tú vivir gritando: Jesús Hijo de David ten compasión de mí. Cuando
tú tiras esa identidad falsa, ese manto que te identificaba como
ciego, que no te dejaba ver lo que hizo Jesús en la cruz, ni
el poder de su Sangre, que no te dejaba ver que él te ha revestido con un
manto empapado de sangre. Cuando tú escuchas ese llamado de Dios, a través
de su Palabra y dejas que se haga vida en ti. Te levantas y tu mente comienza a
renovarse, comienzas a tomar fuerza en ti, en tu corazón se empieza a grabar y
tu boca la proclama como un buen soldado cuidando su Iglesia militante. (Apocalipsis
19, 13).
Entonces sucede algo maravilloso, tu fe es activada y rescatará una multitud. La
gente siente que hay algo en ti diferente. Aunque sea mal
interpretado por otros, que no tienen conocimiento de Dios. El
cristiano maduro no se ofende, no deja que la ignorancia de otros le roben su
fe.
Por fe Abraham, llamado por Dios, obedeció la
orden de salir de su país. Hizo que se quedara en una tierra prometida (Hebreos
11, 8-11)-Por fe pudo tener su hijo en edad avanzada.
Por fe cayeron los muros de Jericó (Josué 6, 20)
Cuando un hombre o mujer comienza a ser renovado por medio
de Dios, la esperanza no quedará frustrada, porque empieza a ver madurez que
aviva la esperanza, pues ya se nos ha dado el Espíritu Santo, y por él, el
amor de Dios se va derramando en nuestros corazones. (Romanos 5, 5). Somos
templo del Espíritu Santo (1 Corintios 3, 16).
Jesús fue enviado por Dios y él supo hacer
la voluntad de su Padre, él fue obediente. La misma fe de Jesús que
fue la fuerza que lo hizo cargar voluntariamente la cruz, esa misma fe nos
acompaña a nosotros. Fue una promesa que nos dejó: en su Nombre, el nombre
de Jesús tiene el poder sanador y suficiente para resucitar muertos.
(Marcos 16, 14-18).
Los apóstoles dijeron al Señor: Auméntanos la fe. El
Señor respondió: si ustedes tienen un poco de fe, no más grande que un grano de
mostaza, dirán a este árbol: Arráncate y plántate en el mar, y el árbol
les obedecerá (Lucas 17, 5-6).
María Sosa (Ministerio Mujer Levántate).
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