Isaac fue el primero en el que leemos que sembró y cosechó
en la tierra prometida, y Dios lo prosperó en abundancia.
Isaac volvió abrir los pozos de agua que habían sido
abiertos en vida de su padre, y que los filisteos habían tapado después de su
muerte, y les puso los mismos nombres que su padre les había dado. (Génesis 26,
18).
Al Isaac abrir los pozos se forman peleas, eso provocó la
envidia de los vecinos. Lamentablemente la prosperidad de Isaac provocó envidia
en los pueblos vecinos, y por ello comenzaron a atacarlo. (Génesis 26, 15-16).
Isaac se va lejos de allí, y abrió otro pozo, ya no pelearon
por él, y a este lo llamó libertad. Isaac declaró: el Señor nos ha dejado en
libertad de progresar en este lugar.
La palabra traducida por libertad significa: espacios
abiertos, donde es posible moverse libremente. Y Beerseba, en hebreo, significa
pozo del juramento o pozo de los siete. El pozo que abrieron en Beerseba Isaac
lo llamó Sebá que significa abundancia y juramento. (Genesis 26, 27-33).
La envidia es un sentimiento negativo que lleva a la
destrucción. El envidioso, en lugar de imitar al que le va bien, busca
destruirlo para que esté le vaya mal con los demás.
¿Qué se puede hacer cuando uno es objeto de la envidia de
otros? Lo que hizo Isaac, alejarse de ellos (Génesis 26, 17-18).
Isaac regresó a ver lo que su padre Abraham había hecho.
Como había vivido en paz con sus vecinos. Él había hecho sus propios pozos.
Pero aún con esto habían tenido envidia, y a su muerte estos habían llenado los
pozos de tierra.
Esto mismo se ha repetido en nuestras generaciones, esto
también nuestra historia. Cuando tú desalojas tu presencia, de la vida de estas
personas (personas envidiosas), ellos en lugar de tomarlos y usarlo para su
beneficio, más bien destruyen todo. Ésa es la consecuencia cuando el odio y la
envidia son mayores que el amor propio, qué el amor al prójimo.
En la tierra prometida el acceso al agua es esencial, tanto
para los cultivos, como para el ganado. Sin una fuente de agua, no se puede
mantener cultivos, ni ganado. En pocas palabras, no se puede sobrevivir. Dado
que en el sur de Israel no hay ríos, ni lagos, la gente depende completamente
de pozos o cisternas.
Por eso para Isaac era importante buscar esta fuente de
agua. También en esto Dios lo bendijo, porque lo llevó a descubrir un pozo de
agua viva, un manantial, el cual era muy codiciado en esa región. Esto suscitó
aún más envidia en los vecinos. (Génesis 26, 19 -22).
Beerseba, hasta la fecha, aún existen dos pozos de agua del
pacto. Milagrosamente, Dios llevó a los vecinos para que ya no lo tuvieran
envidia de Isaac, sino que buscaron la paz con él. Como confirmación Dios envió
a Isaac una señal. (Genesis 26, 32-33).
El hombre prudente actúa sabiamente, el tonto muestra al
instante su locura, su envidia. Cuando al Señor le agrada la conducta de
hombre, hasta a sus enemigos los pone en paz con él. (Proverbios 16, 7).
Debido a que Dios está fuera del tiempo, puede restaurar en
un momento, en un segundo, en un parpadeo, lo que el diablo te robo durante
toda tu vida. Así como cumplió su promesa con Isaac a través de su padre
Abraham, hoy él Señor nos invita a reclamar esa promesa que nos pertenece a
través de Abraham.
Y si son de Cristo, entonces son descendientes de Abraham y
herederos de las promesas que Dios le hizo. (Gálatas 3, 29).
Ese mismo año, Dios le dio a Isaac una cosecha abundante,
que produjo cien veces más de lo que había sembrado en aquella tierra. (Génesis
26, 12-13).
La fe abre pozos, la incredulidad tapa pozos. La envidia
produce miedo, y ve al bendecido por Dios como un enemigo.
Recuerda Dios persiste donde otros fracasan. (Génesis 26,
18).
Las personas con envidia a tu alrededor pueden estar tapando
los pozos de Dios, los pozos de la fe, que eso no te desanime, levántate y
vuelve abrirlos.
Abre pozos en tu vida, abre pozos en tu vida familiar, abre
pozos en tu negocio, abre pozos en tu relación con Dios, abre pozos para tú
descendencia. Estás bajo la bendición de Abraham Dios cumple lo que promete.
Tus pozos que fueron cerrado por la envidia de otros, hoy se abren, es promesa
de Dios. (Gálatas 3, 29).
¡No te rindas sigue abriendo pozos!
María Sosa (Ministerio Mujer Levántate).
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