Sunday, September 27, 2020

¿Qué es Fe?

 

¡Hola, hermana en Cristo!

Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos. (Hebreos 11, 1).

Usted me pregunta: ¿Qué es Fe? ¿Es pecado no tener fe?

La verdad es que sin fe no es posible agradar a Dios. Y todo ese gran misterio de la fe está: en creer que existe y que recompensa a los que lo buscan.

La fe no es una ilusión falsa. Lo que estos héroes de la fe entendieron que era necesario ser constante en hacer la voluntad de Dios, para conseguir la promesa. Y aunque tuvieron momentos y situaciones difíciles se levantaban, aunque en ocasiones eran la burla de un pueblo. El pecado está en perder el gusto por las cosas de Dios.

Cuando Dios visita a Abraham para anunciarle el nacimiento de su hijo Isaac era contra toda esperanza, él y Sara eran ancianos. Sara estaba escuchando a la entrada de su casa(tienda). Ella cuando escuchó la promesa que Dios le estaba dando a su esposo, los pensamientos de ella NO estaban equivocados, en su lógica humana era imposible. Ella se fijó en lo que era una realidad en su vida.

Y Yahvé pregunta a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara? Fíjense que hay un intercambio de palabra entre Sara y Yahvé. Ella sintió miedo: Porque había escuchado las palabras que Dios le había dado a su esposo. ¿Hay algo imposible para Yahvé? Hay datos muy curiosos en esta conversación de Abrahan y Yahvé. Un ejemplo, el nombre de Isaac en hebreo significa o suena: Aquel con el que Dios ha reído o se rió. (Génesis 18, 1-15).

Dios nos enseña a pensar como él y a actuar con él, y nos invita a pedir. Hay que aprender a desear de la misma manera que él desea. ¿Qué desea Dios? Que renunciemos a nuestra mala conducta y vivamos por la fe. (Ezequiel 33, 11).

Hay una anécdota: Había una mujer muy creyente que vivía en el campo. Empezó a orar para que Dios le diera una gallina, pero Dios le envió una mazorca de maíz. Era la risa de todos sus vecinos campesinos. Ella sembró el maíz y un tiempo después tuvo maíz llenando varias cubetas. Cada día ella perseveraba en su oración y una mañana apareció un pollito a la orilla de su cama. Ella feliz enseñaba a sus vecinos que Dios había cumplido su oración. Pero, los vecinos que no la querían siguieron burlándose de ella. A los pocos meses la gallina era una hermosa pollona y de repente apareció un señor con un gallo porque había escuchado sobre la hermosura de la gallina. Ella le contó la historia que alimentaba a la gallina con un maíz especial y que seguía sembrando más porque quería que cuando Dios enviará el gallo también se alimentara con el mismo maíz para tener cría. El hombre admirado de la confianza de la mujer en Dios le regaló su gallo. Con la condición de que un día cuando fuera viejo se lo devolviera. La mujer llegó a tener una de las granjas más grandes de ese pueblo. Todo el mundo hasta sus vecinos compraba sus pollos. Aunque ahora la burla no era porque ella oraba a Dios, era porque Dios le había dado demasiado.

¿Qué significado tiene esta anécdota? Que la fe no es comprensible en el ámbito del mundo, la fe es algo sobrenatural. La fe siempre está acompañada de grandes sanaciones, liberaciones y bendiciones. Dios suple de acuerdo no a lo que ella pedía, sino que la preparó para algo más grande.

 Ella era devota, era creyente, fue obediente, supo esperar, supo confiar en Jesús. Se dejó usar por el Señor. Esta es la actitud correcta que debemos practicar: confianza y obediencia. ¿Si hacemos esto? Obtendremos lo que esperamos, cualquiera que sea la petición. La confianza y la obediencia mueve la mano de Dios. La mayoría de las veces eso es lo único que Dios espera de nosotros, confianza y obediencia para hacer su obra en nosotros.

¿Por qué? La fe es un don de Dios. (1-Corintios 12, 9)-Marcos 11, 22-25).

A través de estos hombres de la fe podemos identificar la fe como lo explica la carta de Santiago. Hay que pedir con fe, con convicción. Dios ha puesto a nuestro alcance la fe. Pero será probada, porque el enemigo que es un ladrón vendrá como león rugiente a devorar nuestra fe. Es por eso por lo que debemos tener paciencia y perseverancia. No culpar a Dios. Él no es responsable de nuestros propios errores. (Santiago 1, 2-6) -(Santiago 1, 13-15) -(2 Corintios 1, 20) -(1 Tesalonicenses 1, 3).

Revistámonos de la fe y del amor como de una coraza y sea nuestro casco la esperanza de salvación. (1 Tesalonicenses 5, 8). Hoy digamos como aquel padre del Evangelio: ¡Creo Señor, pero ayuda a mi incredulidad! ¡Creo Señor, pero aumenta mi fe! (Marcos 9, 23).

Ma. Sosa (Ministerio Mujer Levántate).

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