Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. (Proverbios 3,5).
Cuando era niña, solía tener pesadillas nocturnas, recuerdo que me levantaba con una profunda angustia, me dirigía a la habitación de mis padres, levantaba a mi papá, y le decía: Papá, tuve un mal sueño, ¿puedo dormir con ustedes? Creo que la mayoría de nosotros, pasamos por algo parecido, o tal vez igual. En mi corazón de niña, sabía que mis más profundos miedos, serían esfumados en el momento en el que uno de mis padres se quedara dormido junto a mí.
Tratemos de definir la palabra “confiar “: esperar con firmeza que algo suceda o alguien se comporte como se desea. Dar la responsabilidad a alguien de algo, alguna situación, cosa etc. Dar esperanza o ánimo a alguien. Esperar con firmeza y seguridad.
Cuando vamos creciendo, vamos perdiendo esa capacidad de confiar verdaderamente en alguien. La mayoría de las veces se debe a, situaciones, heridas, malas experiencias etc., que hemos pasado. En definitiva, las experiencias previas de nuestra infancia tienen mucha relevancia en cómo hemos ido construyendo nuestra seguridad. Si nuestros cuidadores o padres han ido reforzando nuestra valía y han confiado en nuestras capacidades, nosotros habremos adquirido esa fortaleza. Sin embargo, cuando hemos tenido una infancia en la que nos han dicho todo lo que estaba mal pero no nos han indicado lo que hacíamos bien, ni han resaltado nuestras habilidades y capacidades, tendemos a centrarnos en lo que hacemos mal, sin dar importancia a lo que nos sale bien.
Tenemos un enemigo enfocado a destruir la relación con nuestro creador, debemos tener en claro que el diablo no se presenta en nuestras vidas con un carnet de identificación, es decir, Soy fulanito de tal. y vine a …, sutilmente va minando con sus mentiras y dudas el camino, hasta llegar al punto en donde nos atrapa y comienza la destrucción. Primeramente, comienza a minar la confianza en nosotros mismos, luego entonces se nos hace más difícil confiar en las otras personas.
En Proverbios 3,5 se nos instruye para que no pongamos nuestra confianza en nuestra inteligencia, sino que, más bien nuestra confianza sea puesta totalmente en Dios. La verdad que lo que quiere decir esto es que, no somos superiores a Dios, ni más sabio o inteligente que Él, por eso no podemos, por ejemplo, decir, este plan de Dios me parece menos eficaz que el mío. En ningún momento Dios nos manda a no confiar en nosotros mismos, sino más bien que en nuestra comunión con Él, aprendamos a ser sabios, fuertes, capaces, íntegros, pacientes etc. Pues todos estos dones y capacidades provienen del mismo Padre Creador. Esta es la confianza que delante de Dios tenemos por medio de Cristo. No es que nos consideremos competentes en nosotros mismos. Nuestra capacidad viene de Dios. (2 Corintios 3 4-5). Pablo en sus cartas, tengo ese sentir, tomaba su pluma y pergamino, y en comunión con Dios comenzaba a escribir, CONFIADO en que era el mis Dios quien dictaba sus frases, de la misma manera que debía confiar en la CAPACIDAD que Dios le estaba entregando para lograr escribirlas.
¿Qué trato de explicar? Que el enemigo no llega a decirte directamente, NO confíes en Dios, viene primeramente a destruir la confianza en ti mismo, a desvalorizarte, a engañarte que nada haces bien etc.…seguidamente entonces comienza a derrotar en ti la poca o mucha confianza que tenemos en Dios. O en caso contrario, comienza con halagos exagerados, para que te llenes de soberbia y llegues a pensar que lo haces mejor que el propio Dios creador y consumador de todo. En cualquiera de los casos, para los días que estamos viviendo, la confianza en que todo lo que ocurre en nuestras vidas tendrá un propósito, y que Dios está en control, será la única válvula de escape a distintas situaciones en nuestro presente.
Para que negarlo, confiar en tiempos de crisis es muy difícil, pero en el fondo sabemos que es la única salida, que a su vez nos da esperanza para seguir. El rey David puso su confianza en Dios, y cuando sus enemigos le acechaban, aun sabiendo que algunas veces había fallado, él, bien convencido de que Dios es un Dios de amor y perdón, le dice: “Ten misericordia de mí, y oye mi oración”. Esto es algo que la mayoría de nosotros olvidamos o nos negamos a creer, y si ya lo creemos, no lo practicamos. David estaba desesperado porque todos cuanto le rodeaban le habían fallado. "Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia, amaréis la vanidad y buscaréis la mentira?", Salmos 4:2.
No solamente muchos hemos sido traicionados por alguien, si no que confiábamos en nuestra salud, en nuestro trabajo, en tantas cosas que se mantenían estables. Pero al llegar la tormenta donde todo se va cayendo entonces comienzas nuestras grandes luchas con ansiedades y depresiones.
Entonces como niños comencemos a renovar esa confianza en Dios. Sentémonos junto nuestro amigo Jesús, de manera simple y auténtica, expresemos nuestras angustias, pidamos que renueve en nosotros, la plena confianza en que todo estará bien. Comencemos a meditar en lo que podemos estar seguros:
1. Dios nos impartirá su misericordia. Al enviar a su Hijo a morir en nuestro lugar, el Padre celestial demuestra su amor por nosotros (Salmo 100,5; 1 Juan 4,10).
2. El Señor nos ayudará a hacer lo que Él requiera de nosotros. Nos dará no solo la sabiduría espiritual para que podamos realizar las tareas que nos ha asignado, sino también el poder para llevarlas a cabo (Hebreos 13.21).
3. Dios pondrá un límite a las tentaciones y a las presiones que permite en nuestra vida. Como artesano de nuestras vidas, Él sabe cómo moldearnos a la imagen del Señor Jesús (2 Corintios 4.8).
4. Dios nos fortalecerá y protegerá para que no tengamos que claudicar o rendirnos. Aunque somos débiles, Él sabe cuán fuertes podemos ser cuando su poder está en nosotros (1 Corintios 10.13).
5. Nuestro Padre celestial perdonará nuestros pecados. Él está listo para recibir nuestra confesión, perdonarnos y limpiarnos de toda maldad cada vez que acudamos a Él (1 Juan 1.9).
Y así sucesivamente, dejemos que la palabra de Dios nos devuelva la Confianza en nuestro Creador. Que la restauración de nuestra propia confianza, en la humanidad también ocurra en nuestras vidas.
Oremos: Padre Gracias por renovar mi confianza en Ti, perdona las veces que me he dejado engañar y por haber pensado que en mi inteligencia estaba la solución. Hoy quiero acercarme a ti, en plena confianza que estás en control de todas las situaciones que vivimos a diario. Hoy quiero unirme más a ti para que me ayudes a transitar por este valle de lágrimas. Sé que todo obra para nuestro bien, que está aquí junto a mí, que eres un Dios amoroso, omnisciente, omnipresente, omnipotente, eres un Padre que Restauras, que Sanas, Salvas, a toda tu creación. Ayúdame a confiar nuevamente en las personas, pues en tu amor sabemos que tenemos que ayudarnos mutuamente. Te Confió en todas mis necesidades, sueños, proyectos, personas, todo lo que soy y tengo en tus Benditas, Sabia y Amorosas manos en el Nombre de tu amado hijo nuestro Señor Jesús. Amen
Saludos y oración
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