Wednesday, August 5, 2020

¿Existe la envidia espiritual?

¡Hermana en Cristo!

Pues a los ángeles les ha ordenado que te escolten en todos tus caminos. (Salmo 91, 11).

Respondiendo: ¿Existe la envidia espiritual? Si, existe...

La envidia espiritual existe a todo nivel espiritual. Lo que usted le está pasando le puede pasar a cualquier líder. Hay líderes que no tienen discernimiento para corregir y los métodos que usan son incorrectos, son más del mundo, que de Dios. Y por lo que puedo captar en su mensaje eso fue lo que pasa. Pero, eso no debe ser motivo para sentirse que Dios la abandonó. Usted también abrió puertas dejándose llevar por enojo, el enojo mal manejado es pecado y falta de discernimiento.

Así, como también en el mundo de los negocios hay envidia a todo nivel, también lo hay en otras áreas de nuestra vida. Solo Fíjese en las compañías, cuánto dinero gastan, en promover trabajar en atmósfera para no tener accidente. ¿Por qué? Les cuesta miles de dólares un trabajador accidentado. Sin embargo, cuando un líder de una comunidad es juzgado por la envidia del diablo, nadie cuestiona y ni sacan cuenta cuantos miles de alma se perdieron por ese accidente ocurrido.

Dios la conoce usted y él sabe que usted se levantará, que ese ataque de envidia la hará mejor servidora, líder.

¿Por qué Dios no lo impidió?

Así como Dios no impidió que el primer hombre y mujer pecarán. Así mismo hace muchas veces con nosotros. La gracia indescriptible de Cristo nos ha dado bienes mejores, que los que nos quitó la envidia del demonio. Dios, en efecto, permite que los males se hagan para sacar de ellos un mayor bien. De ahí las palabras de Pablo donde abunda el pecado sobreabundó la gracia. (Romanos 5, 20).

No fue Dios, quien hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de sus hijos, fue por envidia del diablo que entró la muerte en el mundo. El diablo y los otros demonios son ángeles caídos, ellos rechazaron libremente servir a Dios y su designio. Su opción contra Dios es definitiva. Intenta asociar el hombre en su rebelión contra Dios, por eso lo lleva a la envidia. El diablo es un envidioso y padre de toda mentira. (Isaías 14, 13-14)-Ezequiel 28, 11-19) -(Juan 8, 44).

El hombre, sin embargo, persuadido por el maligno, abusa de su libertad desde el comienzo de la historia levantándose contra Dios. Él intentando alcanzar su propio fin, endurece su corazón, y atropella el rebaño de Dios.

¿Dónde está Dios cuando se le necesita?

Dios se preocupa por tus luchas la Palabra lo dice: Salmo 34, 18-19... En cuanto gritan, el Señor escucha, y la libra de todas sus angustias. El Señor está cerca del corazón deshecho y salva a los de espíritu abatido.

¿Qué más podemos decir? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? Si ni siquiera perdonó a su propia Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos va a dar con él todo lo demás? ¿Quien acusa a los elegidos de Dios? Dios mismo nos declara justos. ¿Quién nos condenará? ¿Acaso será Cristo, el que murió y, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios intercediendo por nosotros?

 ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción? ¿la angustia? ¿la persecución? ¿el hambre? ¿la desnudez? ¿el peligro? ¿la espada? Pero en todo esto vencemos fácilmente por Aquél que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro. (Romanos 8, 31 - 39).

¡Dios te ama y tiene un plan para tu vida! Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su hijo único Jesucristo para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. (Juan 3,16). Jesús dijo, yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia. Lo que significa una vida completa y llena de propósito. (Juan 10, 10)).

Pero la situación o el problema es este: somos pecadores y estamos separado de Dios. El pecado nos separa de Dios. Tenemos que reconocer que somos pecadores delante de Dios.

Todo hemos hecho daño a otra persona consciente o inconscientemente, pensado mal de otros o dicho cosas malas, lo cual la Palabra llama pecado. La Palabra dice, pues todos han pecado y están privado de la gloria de Dios. La consecuencia o la paga del pecado, es muerte separación espiritual de Dios. (Romanos 3, 23) -(Romanos 6, 23).

 La Buena Nueva …Es ¡Dios envió a su hijo a morir por tus pecados!

Jesús murió en nuestro lugar para que nosotros podamos vivir con él eternamente, pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto en que cuando todavía éramos pecadores Cristo murió por nosotros. Pero no terminó con la muerte en la Cruz. ¡Resucitó y vive todavía! (Romanos 5, 8).

Cristo murió por nuestros pecados, fue resucitado, resucitó al tercer día según las Escrituras, se apareció a Pedro, y luego a los doce discípulos. Jesús es el único camino a Dios. Jesús dijo, Yo soy el camino, la verdad y la vida.  Jesús les contestó, nadie llega al Padre sino por mí. (Juan 14, 6) -(Juan 20, 26 - 31)-(Lucas 24, 45-47).

Y no hay nada que podamos hacer para ganar la salvación, somos salvos por la gracia de Dios cuando tenemos fe en su Hijo Jesucristo, sólo tienes que reconocer que eres pecador, que Cristo murió por nuestros pecados, y pedir, con una oración, su perdón. Orar es simplemente hablar con Dios. Él te conoce y te ama. Lo más importante para Él es la actitud de tu corazón, la honestidad. Acepta a Jesús como tu salvador, hay que reconocer a Jesús como el Hijo de Dios. (Romanos 10, 8-13 y 17).

Por eso Pedro se atrevió a decirle al tullido, no tengo oro ni plata, pero te doy lo que tengo: en el nombre del Mesías Jesús, el Nazareno. (Hechos 3, 3-7).

Hoy te invito a recibir el perdón de Dios junto a Jesús

Señor Jesús, reconozco que soy pecadora. Te pido perdón y ayúdame apartarme del pecado. Creo que moriste por mis pecados y resucitaste para darme una nueva vida. Te entrego mi vida. Te invito a entrar a mi corazón y hacer morada en mi vida. Confío en ti Jesús mi salvador y te pido que envíes la Promesa del Padre a mi vida. Lléname del fuego del Espíritu Santo, que hoy baje sobre mí la fuerza de un nuevo Pentecostés y sea derramado su amor en mí. Jesús, quiero regresar a ese primer amor junto a ti. Amén

 

María Sosa (Ministerio Mujer Levántate).

 


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