Sunday, August 16, 2020

Estoy muy herida y amargada

¡Hermana en Cristo!

 Jesús, fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la salud. (Isaías 53, 5).

Usted me comparte: Estoy muy herida y amargada. Sólo estamos juntos por los hijos, no nos soportamos, y bueno por motivos económicos, seguimos viviendo juntos. Aunque vivimos una vida social juntos, vamos a Misa, cada domingo y después a un paseo con los hijos. Me siento amargada, porque sé que vivo una hipocresía delante de Dios.

Si se enojan, no pequen; que le enojo no les dure todo el día no le den oportunidad al diablo. Alejen de ustedes la amargura, las pasiones, los enojos, los gritos, los insultos y toda clase de maldad. (Efesios 4, 26 y 31).

Eucaristía, Presencia Real de Jesucristo, de su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.

El adulterio no es un pecado venial. El problema del sacrilegio eucarístico se plantea muchas veces como algo en relación con una conducta personal y familiar hacia los pobres, pensar así es un grave error. El peligro está en recibir la Eucaristía en situación de pecado grave como es, por ejemplo; estando en una unión adúltera sin arrepentimiento y sin propósito de enmienda. (1 Corintios 11, 17-34).

Y mire usted está también recibiendo la Eucaristía, con resentimiento y eso hace, que el diablo tome más fuerza, y se lo regresa con más sufrimiento a su vida. Una herida se vuelve un resentimiento, cuando no se resuelve. Y un resentimiento, cuando no se resuelve se vuelve una amargura. Usted tiene que examinar su conducta. Y entender que sólo Dios puede convencer a su esposo de su error de su pecado. La situación está que una persona con autoridad le dio un consejo equivocado, sobre el estado que tiene que estar una persona para recibir la Eucaristía. No es enseñanza Católica. No es si doy de comer a los pobres, y hago obras de caridad y aparentó ser él mejor esposo y padre delante de la sociedad. Frente los ojos de Dios eso es hipocresía. (Mateo 23, 1-39).

Mientras leo su mensaje me viene a mi mente una mujer en la Biblia, Noemí en libro de Rut. Noemí ella misma se cambia su nombre y culpa a Dios de su amargura. (Rut 1, 19-22). "Mara, significa en hebreo, amarga. Ella misma eligió describir su vida basada en ese nombre amarga.

Noemí nos da varias pistas que pasa en su vida. La afirmación de ella puede parecer exagerada cuando afirma: partí llena de bienes y el Señor me trae vacía. ¿No fue acaso el hombre que le obligó a dejar su casa? (Rut 1, 1-5).

Dios en su infinito amor nos llena de su gracia a través de nuestro matrimonio con un enriquecimiento de amor y favor. Pero, escogemos vivir en un mundo lejos de Dios. Y creemos que todo está en ir a Misa los domingos. Jesús fue claro, en su mensaje él dijo que él era la luz, y qué él venía por los cautivos. Dios siempre ha buscado al hombre para tener una relación con él.

 Procuren estar en paz con todos y llevar una vida santa; pues sin la santidad, nadie podrá ver el Señor. Procuren que a nadie le falte la gracia de Dios, a fin de que ninguno sea como una planta de raíz amarga que hace daño y envenena a la gente. (Hebreos 12, 14-15) -(Juan 16, 33) -(Salmo 51, 10) -(Deuteronomio 29, 17-18).

Dios los ama a ustedes y los ha escogido para que pertenezcan al pueblo santo. Revístanse de sentimientos de compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. (Colosenses 3, 12-17).

Alejen de ustedes la amargura, las pasiones, los enojos, los gritos, los insultos y toda clase de maldad. (Efesios 4, 31).

Ante todo, VIGILA tu corazón, porque en él está la fuente de la vida. (Proverbios 4, 23 - 26).

Esta palabra nos hace una exhortación a la vigilar nuestro corazón.

Nosotros no debemos de dejar que la amargura, ni siquiera, llegue hacer una raíz de amargura. La situación en que estamos viviendo, no puede dictar, porque contamina toda nuestra vida y todos los que están a nuestro alrededor en nuestra vida. No permitas que entre en tu vida ninguna raíz de amargura porque entrando va a germinar una planta que va a contaminar a muchas personas más. El mejor herbicida es la Sangre de Cristo, limpiar y perdonar.

Se pierde el gozo, no hay alegría en el rostro, porque el corazón endureció. La raíz del orgullo domina y la amargura va matando día a día el sentimiento de luchar por una reconciliación con Dios. (2 Corintios 7, 10).

Cualquiera de nosotros nos podemos dejar llevar por un espíritu de amargura, si no tenemos cuidado y no vigilamos nuestro corazón. La raíz de la amargura puede crecer de manera sutil en nuestro corazón, mucho antes de que el fruto de la misma suba a la superficie. La ira no resuelta, una actitud implacable, el resentimiento, los celos, y la decepción continúa, son sólo alguno de las luchas de la vida que nos hacen sumergirnos en la amargura. Hay un remedio para tu espíritu amargo, que es el bálsamo curativo la palabra de Dios. (Proverbio 30, 5).

Cuando la amargura intenta apoderarse de nuestro corazón, tenemos que regresar a nuestro Señor. Y recordar que el venció en la Cruz. El Señor nos ha prometido que nunca nos dejaría, el nunca prometió que la vida sería fácil.

Muchas veces la vida no parece justa y estamos tentados a entregarnos a la amargura. Las pruebas y dificultades pasarán, pero la gracia de Dios será en abundancia para los que se inclinan y confían en él, en los momentos difíciles de su vida.

La amargura nunca será buena para nadie, especialmente para los que están en la fe. Dar rienda suelta a nuestro corazón a la amargura significa que nos hemos resistido a la inspiración del Espíritu Santo. El Señor nos revela el pecado de amargura en nuestro corazón y nos llama a buscar su sanación que es el perdón.

 No estamos atrapados en la amargura, siempre y cuando reconozcamos nuestras faltas, nos arrepentimos, delante de Dios Padre, con un corazón contristo. (Proverbios 28, 13) -(1 Juan 1, 9)-(Romanos 2, 1-5).

Una vez que reconocemos que la amargura se apoderado de nuestros corazones tenemos que confesar. La amargura es el resultado de la ira no resuelta. Podríamos estar enojado con Dios, con nosotros mismo, o con otros. La ira que no se trata puede convertirse fácilmente en una raíz amarga peligrosa en nuestro corazón. Tenemos que ser honestos con nosotros mismo, cuando estamos enojados para orar pidiéndole al Señor por fortaleza.

Hay que pedirle al Espíritu Santo por discernimiento, revelación y a través de su ayuda podemos tener una idea de la razón del brote de amargura. Y cómo tratar con esto, o de dónde viene la raíz de la amargura. Puede ser algo que viene de nuestra niñez, que fue activado dentro de nuestro hogar, por medio de unos de nuestros padres y que, al empezar a surgir la infidelidad del esposo, brota la raíz de amargura.

El problema es que mantener amargura en el corazón hacia los demás, tiende a conducirnos al final por el camino de la amargura. El Señor instruyó a su pueblo a perdonar, no sólo cuando les da la gana, pero por obediencia a él. Cuando se pone condiciones para perdonar eso no viene de Dios. Perdonamos como hemos sido perdonados inmediatamente. El perdón no elimina las consecuencias, sino que nos libera de la carga de amargura. (Efesios 4, 31).

Sólo hay una manera de lidiar con la amargura y es deshacerse de ella, como deshacerse de la basura. Retener la amargura tiene el mismo efecto, que retener la basura que da mal olor dentro de la casa, se infiltran como un olor descompuesto en todas las áreas de tu vida. Al igual que con la basura, podemos llegar estar acostumbrados al olor sin verlo. Sin embargo, cualquiera persona que visite tu casa lo sabrá. Confiese y arrepiéntase de la amargura en su corazón para que el Señor te pueda llevar a un mejor lugar para conocerlo. (Efesios 3, 17-19).

No importa cuál sea la situación que llevó a la amargura el amor de Dios puede sanar su corazón y mente para que puedan ser libre al conocer y recordar y reflexionar en el amor de Cristo para usted. No pierda su tiempo, mire su vida a través del amor de Cristo y su presencia y su paz la cubrirá.

En el bosque de la amargura, nos olvidamos de cuanto somos amado. Este amor de Dios no sólo envió a su Hijo a morir por ti, sino que también quiere lo mejor para ti en esta vida y para todas sus generaciones. (Juan 3, 16) -(Proverbios 14, 10).

Cada uno de nosotros tiene una opción para convertirse en una persona alegre o amargada en nuestra vida. La alegría es que Dios nos ama, perdona, y hace un camino para su pueblo escapar de la amargura. Ese espíritu de amargura vive en una vida desperdiciada y sobrecargada. Fuimos creados para más. Hemos nacido de nuevo para conquistar el mundo. Satanás está derrotado, y la carne a través de la gracia de Dios. (Gálatas 5, 13-25).

La palabra de Dios es medicina para todo nuestro cuerpo. Será medicina para tu cuerpo y refrigerio para tus huesos. (Proverbios 3, 8). Sé libre hoy de toda raíz amargura en el nombre de Jesús.

 

María Sosa (Ministerio Mujer Levántate).

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