No temas, porque jamás serás avergonzada, no te turbes
porque no serás humillada, podrás sanar de todos aquellos errores de tu
juventud, y no recordaras el oprobio de tu viudez. Porque es Dios tu esposo,
que te ha llamado justo en estas pruebas, justo en esta soledad, justo en la
enfermedad y el abandono.
Tu Señor ha guardado silencio por un instante, por un
instante se enojó, por poco tiempo escondió su rostro de ti, pero jamás te ha
abandonado. Hoy por amor a su hijo Jesús te dice: ¡YO ESTOY AQUÍ!, y te
restaurare, te conduciré, te ayudare, te bendeciré en todos tus caminos, porque
por su misericordia se ha prometido compadecerse de ti.
Si alguna cosa te atacara, jamás vendrá de tu hacedor, no
olvides que el también ha creado a los enemigos y conoces sus planes. Por eso
ninguna arma forjada podrá prevalecer sobre ti.
No renuncies a tus sueños, no desmayes ante tanta
dificultad, no abandones tu esperanza. Levántate como la esposa e hija de un
padre bondadoso y poderoso Señor. (Isaías 54)
Gracias Padre amado por tu amor y bondad. Gracias por la luz
que llega a nuestras vidas hoy, gracias por cuidarnos y cuidar de nuestros
hijos. Bendito eres por toda la provisión milagrosa que llega a nuestras manos
hoy mediante tus ángeles. Gracias por escuchar cada una de nuestras plegarias. Bendito
eres por toda la misericordia que derramas en nuestras vidas, en el nombre de
Jesús, Santo eres por siempre, ¡ALELUYA!
Saludos y mis oraciones.
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