Queridos
hermanos:
Cuando el día
de hoy el enemigo te envíe pensamientos de dudas, use personas para
desanimarte, ponga piedras en tu camino, decida atacarte con todo su
arsenal....Recuerda esta historia..
Cuando creas
que comenzaste mal, y que ya nada tiene remedio…Medita en esta historia..
Cuando creas
que tu sufrimiento, tus sacrificios, tus oraciones NO están siendo atendidas
por Dios…Solo recuerda esta historia..
Cuando
pienses que nunca hubo un destino para ti…Lee esta historia..
Y si sientes
que es duro lo que vives, que no podrás soportar, que es imposible tus sueños
alcanzar..Entonces ora en comunión con
la dueña de esta historia..
Por que Nada es Imposible para Dios…..
Santa Rita de Casia
Unos señores muy ricos, de un pueblo cerca
de Casia, tuvieron una niña a la que bautizaron con el nombre de Rita. Desde su nacimiento rodearon a la niña de
doncellas que la vistieron de oro, de seda y de toda clase de lujos y
comodidades. Pero como sus padres
eran muy buenos cristianos, tuvieron especial cuidado en educarla en la virtud
y enseñarle, sobre todo, el amor de Dios. Por eso Rita ninguna cosa apreciaba
ni nada quería tanto como el Crucifijo, que es el retrato del amor de Dios. El oro, la seda y todo el lujo que le
ofrecían los consideraba como basura que sólo sirve para manchar el alma y nos
apartan de Dios.
Cuando Rita fue mayor, sus padres quisieron
casarla, pero ella, puesta de rodillas y con lágrimas en los ojos, dijo a sus
padres que no quería casarse, porque había ofrecido todo su amor a Dios y
quería continuar amándole sólo a El, entrando de monja en un convento. Pero
como el muchacho que la pretendía era guapo, rico y parecía bueno, los padres
de Rita la obligaron a casarse con él.
Los padres de Santa Rita, aunque eran
buenos, se equivocaron e hicieron muy mal en obligarla a casarse en contra de
su voluntad. Pues más tarde Rita tuvo
que sufrir mucho con su marido, ya que sólo quería jugar y divertirse, sin preocuparse
nada de su hogar.
Santa
Rita tuvo que sufrir mucho con su marido porque era un sinvergüenza y la
trataba muy mal. A menudo se burlaba de
ella y le pegaba. No obstante, Rita todo lo sufría con paciencia y a los
insultos del marido ella respondía con dulzura y con las más delicadas
atenciones.
Rita comprendió que lo que tenía que hacer
era callar, sufrir y rezar. Nada alteraba la dulzura infinita de su alma: a los
insultos contestaba con amables sonrisas, y a las infidelidades con muestras de
un cariño imperturbable. Y de esta forma, con muchos sufrimientos y con mucha
dulzura, después de muchos años, logró que su esposo mejorara un poco de
carácter.
Después de
muchos años de sacrificios; después de haber llorado y rezado muchísimo, Rita
consigue que su esposo se haga bueno. Entonces ella se siente feliz, no tanto
porque ya no la insulta ni le pegaba, sino porque así convertido podrá salvar su
alma. Pero esa felicidad le va a durar
muy poco, porque apenas llevaba algún tiempo convertido, cuando un día apareció
asesinado.
Incierta como estaba de la salvación de su
marido, Rita redobla sus penitencias y oraciones, rogando a Dios por su esposo,
para que no permitiese que se hubiese condenado. Pero un día se le apareció el
Señor y le reveló que su marido se había salvado.
Santa
Rita tenía dos hijos que querían mucho a su padre: por eso en el momento en que
supieron que había sido asesinado, juraron que matarían al asesino. Rita lloró,
suplicó e hizo cuanto pudo para que sus hijos se arrepintieran y no llevaran
adelante aquel propósito; y viendo que no lo conseguía hizo a Dios esta
petición:
"Dios
mío, Tú sabes cuánto quiero a mis hijos, pero prefiero verlos muertos a que
sean unos asesinos".
Dios escuchó la oración de la Santa, y sus
hijos murieron muy pronto, arrepentidos de sus propósitos criminales. Rita
sufrió mucho, pero dio gracias a Dios porque había escuchado su oración. Al
quedar sola en el mundo, Rita volvió a sentir deseos de consagrarse a Dios en
el estado religioso. Con estos deseos se dirigió al convento de las Madres
Agustinas de Casia; pero por su condición de viuda no la admitieron.
A Rita ninguna cosa del mundo le llenaba. Era
verdad en ella la frase de San Agustín:
"Señor,
nos has hecho para Tí, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en
Tí".
Desde entonces, Rita, en su casa, vive como
una monja. Dedicada a la oración y a la penitencia, pasa las horas y los días.Una
noche, mientras oraba, se le aparecieron San Agustín, San Juan Bautista y San
Nicolás, y cariñosamente le dijeron:
"Rita,
ven con nosotros al convento de las monjas. Nosotros te introduciremos en
él".
Y en un instante Rita se encontró dentro del
convento sin saber por dónde había entrado. Las monjas que la encuentran dentro
y vieron el gran milagro, gustosas la admitieron en su compañía, con indecible
alegría.
La Santa,
una vez en el convento, procuró destacarse en la obediencia y en la humildad.
Recordando las palabras de Jesucristo, que dijo:
"No vine
a que me sirvan, sino a servir a los demás". Así Santa Rita se portaba como si fuera
sierva de todas.
La superiora, para probar su obediencia, le
mandó que regase todos los días un sarmiento seco que había clavado en un
rincón del patio. La Santa cumplió todos los días, obediente, el encargo, entre
las sonrisas de las demás. El Señor quiso premiar este gesto de obediencia de
la Santa, haciendo que el sarmiento seco, en vez de pudrirse con tanta agua,
reverdeciese cubriéndose de hojas y convirtiéndose en un hermoso parral. Aún
hoy, después de tantos siglos, continúas produciendo grandes racimos de un
sabor especial.
El
Crucifijo, desde su niñez, fue la devoción preferida de la Santa. Después, ya
en el convento, el amor al crucifijo fue creciendo más y más, naciendo en ella
un deseo ardiente de poder, de alguna manera, corresponder al amor de aquel
gran Amor.
Jesús, desde la Cruz, sufriendo
voluntariamente por nosotros, nos demostró la grandeza de su amor. Por eso
Santa Rita se alegraba en todas las ocasiones que se le ofrecía la ocasión de
poder sufrir algo por amor de Dios.
Tanto era lo que deseaba sufrir por amor de
Dios que un día, mientras le pedía al Dios Crucificado que le hiciese
participar de sus dolores, se desprendió del Crucifijo una espina y se clavó en
la frente de la Santa, produciéndole una llaga que jamás con ninguna medicina
se pudo curar.
Santa Rita era muy cariñosa con los pobres y
procuraba socorrerlos siempre en todo lo que podía. Se sentía dichosa en
poderlos atender dándoles vestidos y alimentos, y cuando había alguna necesidad
que no podía atender, sufría más que los mismos pobres de no poderlos ayudar.
Como los alimentos les daba también buenos
consejos, hablándoles con inefable dulzura, y preocupándose más aún de sus
almas que de sus cuerpos. Todos la amaban y respetaban porque sabían de verdad
que les daba todo lo que tenía.
El año de 1450 el Papa lo declaró año
jubilar. Todos los que durante ese año fuesen en peregrinación a Roma ganarían
innumerables indulgencias.
Todas las monjitas, deseosas de ganar
indulgencias, querían ir a Roma en peregrinación. También Santa Rita pidió
permiso a su superiora para ir a la peregrinación. Pero la superiora le dijo
que con esa asquerosa herida de la frente no podía salir de casa. Entonces
Santa Rita pidió a Dios que por algún tiempo hiciese desaparecer la herida para
poder ir a ganar las indulgencias del jubileo. Dios oyó los deseos de Santa
Rita y la herida Desapareció
milagrosamente, pero solamente mientras duró
la peregrinación. Habiendo regresado a casa la herida volvió a aparecer
en su frente
Una
desconocida enfermedad la obligó a guardar cama durante cuatro años, entre
indecibles dolores. Pero la Santa Rita se sentía feliz de poder ofrecer
aquellos dolores a su Amado el Señor Crucificado. Cuanto más padecía, más
deseaba padecer. Jesús y María, que desde el cielo la estaban viendo sufrir,
con tanta alegría y tanto amor, se le aparecen momentos antes de morir,
rodeados de ángeles que recogen su alma y entre perfumes de rosas y música
celestial se la llevan al cielo. Allí está ahora gozando de indescriptiblemente felicidad, por los siglos de todos los
siglos. Numerosos enfermos que se acercaron a tocar su cuerpo, quedaron
repentinamente curados.
Es la abogada de los casos imposibles,
porque "para Dios todas las cosas son posibles" y se complace en
conceder, por mediación de Santa Rita, muchas cosas que humanamente hablando no
serían posibles.
Oración para pedir un favor
Santa de lo
Imposible. Oh Santa Patrona de los necesitados, Santa Rita, cuyas plegarias
ante el Divino Señor son casi irresistibles, quien por la generosidad en
otorgar favores has sido llamada Mediadora de los sin esperanza e incluso de lo
Imposible; Santa Rita, tan humilde, tan pura, tan mortificada, tan paciente y
de tan compadecido amor por Jesús Crucificado que podrías obtener de El cualquier
cosa que le pidas. A cuenta de esto recurrimos confiados a ti, esperando, si no
siempre alivio, al menos consuelo. Se favorable a nuestra petición, mostrando
el poder de Dios a nombre de este/a suplicante, se generosa con nosotros, como
lo has sido en tantos casos maravillosos, para la mas grande gloria de Dios,
por la divulgación de tu propia devoción, y por el consuelo de aquellos que
confían en ti.
Prometemos, si nuestra petición es concedida, glorificar tu
nombre, informando del favor concedido, para bendecir y cantar tus alabanzas
por siempre. Confiando entonces en los méritos y poder ante el Sagrado Corazón
de Jesús, te rogamos:
(Mencione
ahora su petición)
Obtén para
nosotros nuestra petición:
Por los
singulares méritos de tu infancia,
Por la
perfecta unión con la Divina Voluntad,
Por los
heroicos sufrimientos durante tu vida de casada,
Por el
consuelo que experimentaste con la conversión de tu esposo,
Por el
sacrificio de tus niños antes de verlos ofender gravemente a Dios,
Por tu milagrosa
entrada al Convento,
Por las
austeras penitencias y las sangrientas ofrendas tres veces al día.
Por el
sufrimiento causado por la herida que recibiste con la espina del Salvador
Crucificado;
Por el amor
divino que consumió tu Corazón,
Por la notable
devoción al Sagrado Sacramento, con el cual exististe por cuatro años,
Por la
felicidad con la cual partiste de tus pruebas para reunirte con el Divino
Esposo,
Por el
ejemplo perfecto que diste a la gente de cada estado de vida.
Santa de lo
Imposible
Oremos
Oh Dios,
Quien en tu infinita ternura has sido bondadoso para escuchar la plegaria de Tu
sierva, Santa Rita, y otorgas a su suplica lo que es imposible a la vista,
conocimiento y esfuerzos, en recompensa de su compadecido amor y firme confianza
en Tu promesa, ten piedad en nuestra adversidad y socórrenos en nuestras
calamidades, que el no creyente pueda saber que Tu eres la recompensa del
humilde, la defensa de los sin esperanza, y la fuerza de aquellos que confían
en Ti, a través de Jesucristo, nuestro Señor.
Amen
Con Amor
M.S ( Ministerio Mujer tu fe te ha Sanado)
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